CÓMO LLEGUÉ AL MUNDO DEL YOGA

Saborea blog entrada 1

Buenas a tod@s!

Comienzo este blog presentándome, mi nombre es Lúa Testa y a finales del 2021 decidí dar un giro completo a mi vida y crear SABÖREA ESTUDIO DE YOGA. Puedo afirmar con rotundidad que jamás en mis proyecciones de futuro mi vida habría aparecido ligada al mundo del yoga y echando la vista atrás, ahora siento que no podría haber tomado un camino más lógico.


Resumiré diciendo que a la niña Lúa, tremendamente tímida y PAS* la salvó el teatro. Vía para canalizar toda su sensibilidad y ganas de vivir con intensidad todas las situaciones y sensaciones imaginables. Sobre todo, para poder permitirse vivirlas con entrega y verdad sin el juicio de una sociedad que consideraba dramática su manera de sentir. Enseguida aprendió que, en la vida real, había que contener la emoción y su manera de ver el mundo.


Todas mis tardes de sábado adolescente las viví en clases de interpretación para adultos en mi Ferrol natal y nada más terminar el instituto me fui a Madrid a convertir el escenario en mi profesión; estudié, me entregué, me cuestioné y viví mil y una aventuras en las que, sin duda, fueron los años más felices y más libres de mi vida, dando carta blanca a mi verdadera vocación, a mi verdadera expresión, exponiéndome y superándome a diario con la ligereza de los años en los que no hay más responsabilidad que la de conocerse.


Trabajé como actriz todo lo que pude en teatro, cine y televisión. Sufrí los subidones y bajones propios de la profesión, la competitividad y el compañerismo, las felicitaciones y las críticas, el examen permanente, el desgaste de la superficialidad necesaria para la supervivencia en el medio o la mayor plenitud pisando las tablas… podía con ello y sabía que había algo más profundo por comunicar, mover conciencias… el romanticismo de querer hacer del mundo un lugar mejor.


Mi exceso de responsabilidad me hizo estudiar otra carrera más «seria» para alegrar no sé muy bien a quién, o para despertar el orgullo que creía que no despertaba por hacer aquello que amaba, probablemente por esa mirada reprobatoria que recibí de todos y de nadie en concreto siendo niña que desaprobaban mi manera de reconocer e interpretar lo que me rodeaba, demasiado sensible, demasiado intensa, demasiado quejica, demasiado… nunca nadie se dio cuenta de que también había demasiadas risas, demasiado gozo en las cosas más simples… pero ésto es otra historia. De algún modo, yo sentía que aquello no era suficiente y dediqué 5 años de mi vida a estudiar la carrera de escenografía, preciosa y ardua para alguien sin vocación con la excusa de que la interpretación era inestable y mejor tener la oportunidad de la doble profesión.


Conocía muy bien el lenguaje de la escena y aunque me dejé mucho tiempo, esfuerzo y alma, acabé con éxito los estudios, y trabajé de nuevo en teatro, cine y televisión… no sé si enorgullecí a alguien, pero crecí una barbaridad. Hice cosas que jamás creí que fuese capaz de hacer, me superé de nuevo venciendo miedos, me permitió tener la economía para poder ser madre (otro tema que algún día trataré), me rodeé de gente maravillosa y estuve a la altura de las circunstancias… pero me ahogaba. No era mi vocación, tenía la sensación de ser una impostora en un medio que confiaba en mí y me respetaba, como si algún día alguien pudiese descubrir que era una farsante… como imaginaréis, no había falsedad, había horas y horas de esfuerzo y dedicación para prever todas las posibilidades de que algo fallara y todas las posibles soluciones. Horas y horas de creatividad para encontrar el espacio exacto. Nada extraordinario, responsabilidad y profesionalidad, pero con sufrimiento. 


(Me apunté a clases de yoga. Sentía calma pero podía ir uno de cada 5 días por trabajo…)


Intuía que mi dolor venía del tiempo que me robaba a mi cuidado, a mi hijo, a mi vocación… entregándolo a algo que no me hacía feliz, aunque me considerase una privilegiada.  La vida me dio una nueva oportunidad y me llevó al mundo de empresa como project manager de una consultora maravillosa y que confió en mí; aprendí todo lo que hacía falta para ser rentable y efectiva en un mundo totalmente ajeno, volví a rodearme de personas que hoy son amigos para siempre, y pude criar con la tranquilidad de saber que vas a poder enfrentar un revés… e inevitablemente, volví a ahogarme y a morir de estrés y culpa pensando en mis privilegios frente a personas que serían absolutamente felices haciendo lo que yo necesitaba soltar.


Paralelamente, comencé una formación de 5 años de yoga, que me obligaba a la asistencia y a la profundización en la materia, solo por la intuición de que eso me sentaría bien y que mi responsabilidad me obligaría a llevarlo a cabo, costase lo que costase, pero nunca con la intención de hacer de ello un trabajo. Solo autoconocimiento.


Una vez más salté del barco con una intención clara: dirigirme al fin a mi vocación que siempre recibía las sobras de mis últimos 10 años de vida laboral y es que el yoga profundo había empezado a hacer su efecto, y fui plenamente consciente de que llevaba muchos años sin vivir en el presente, soñando en poder entregarme de nuevo a mi vocación y haciendo, mientras tanto, otras cosas a las que había entregado mi tiempo y toda mi dedicación y cuidado pero nunca mi alma -ella no vivía en el presente, sino recordando el disfrute pasado o proyectándose en un futuro incierto de posibles trabajos que no llegaban del todo-.


Lo sorprendente es que una vez que di el giro y volví a asumir la inestabilidad laboral encaminándome a retomar mi sueño, mi cuerpo habló, gritó con fuerza y me frenó en seco. No podía seguir corriendo hacia objetivos «cueste lo que cueste», había aprendido a escuchar a mi cuerpo, y éste estaba extenuado. Extenuado de que lo acallase y tirase siempre más y más hacia objetivos meramente mentales. Tenía que parar por primera vez en mi vida y enfrentarme al vacío. A la nada. A que saliese todo lo pendiente y rendirme cuentas…


Pasé por la pelea de ¿Por qué ahora que realmente me estoy eligiendo? por la culpa de sentirme vaga e ineficaz hasta que comprendí (y no con la cabeza) que el verdadero camino era mucho más interno, tenía que soltar todo lo aprendido, tenía que dejar de identificarme con todos los mensajes que me había dado sobre mi misma, mis anhelos y necesidades y solo tenía que escuchar lo que el cuerpo, el yo profundo, tenía que contarme… me gustase o no. Y el camino, era el yoga. Lo único que había dado voz a mi cuerpo… practiqué mucho, mucho, mucho… desgrané la filosofía del desapego y la no violencia para respetar mis nuevos tiempos. Me formé más, yoga terapéutico, yoga y trauma y… empecé a dar clases a amigos para sentirme útil mientras continuaba mi camino hacia dentro. Hacia la oscuridad.


Hice una terapia que me ayudó a liberarme de mi necesidad de agradar y complacer para sentirme válida hacia los demás. A asumir y aprender a manejar mi hipersensibilidad sensorial y kinestésica… En definitiva, durante un año viajé a los infiernos para poder abrazar a la que soy, sin etiquetas ni expectativas y desde ahí descubrir que a través del yoga podría aportar más felicidad al mundo, más luz de lo que nunca antes había hecho. Aunque fuese sin los fuegos artificiales que se producen en mi interior cada vez que subo a un escenario.
Y di más clases… en diferentes ámbitos (personales, clínica…) y comprobé que siempre que veo una cara de relajación en algun@ de mis alumn@s, que siempre que algo se mueve y se sensibiliza en su interior, merece la pena… Estoy el camino correcto… y me lancé a crear Sabörea Estudio de Yoga, para poder acompañar procesos aprendiendo de todas las personas que confían en mí, sin prisa, con la intención de que cada un@ descubra lo que verdaderamente su cuerpo le tenga que contar…  de generar un espacio de encuentro consigo mism@, un espacio de quietud, bienestar y felicidad… Un espacio para dejarse ser, según el día.


Bienvenid@s a sabörear el cambio.

Gracias por la confianza.

*PAS: Persona altamente sensible. Un 20% de la población mundial comparte este rasgo. Haré una entrada sobre ello.
Fotografías yoga: Giuseppe Marconi

Fotografías actriz: Mónica del Agua

¿Te gustó este artículo? Compártelo

9 comentarios en «CÓMO LLEGUÉ AL MUNDO DEL YOGA»

  1. Que inspiradora historia!! De desafiar el propio rumbo no importando cuando, de encontrarse, de perderse, de retomar los propios deseos, de descubrirse, de escucharse…Conociendo a Lua desde hace años, todo lo que se propone lo hace desde una responsabilidad y detalle milímetrico, con mucho cariño y humor seguro.

    Responder
  2. Una reflexión y un camino lleno de verdad y de generosidad. Gracias por compartirlo Lúa. Tu manera de enfocar la práctica de yoga para mí es un camino muy único, minimalista, personalizado y con mucha sensibilidad y trabajo detrás. Gracias por todo lo que aportas.

    Responder
  3. Que maravilla . Gracias por compartir tu historia desde lo profundo y la verdad. Me encantan tus clases y espero volver a ellas pronto. Nunca olvidaré como pude sentir a mi bebé por primera vez tumbada en la esterilla con tu voz de guía…. gracias

    Responder
  4. Todo lo vivido antes de tu etapa yoguica es el Yoga de la Vida.. y es altamente valioso. Deja que la Vida te guie en tu labor humana… Ella te nutrira.. ponte a su servicio… Ishwara Pranidana.
    Om… May God Bless You
    Eva Klimberg

    Responder
  5. Como compañera de uno de tus cursos pude apreciar tu especial sensibilidad y talento.Qué lindo poder contar hoy el pasado que te ha hecho crecer!Muchísimos éxitos y a seguir repartiendo Yoga por el Mundo…

    Responder
  6. Lúa , que reconfortarte es leerte, que esperanzador ese camino que has iniciado … espero poder asistir a alguna de tus clases en algún momento que pueda organizar una visita a El Escorial .
    Perseguir el bienestar , en eso estamos tod@s y que tú nos ayudes es una suerte .

    Responder

Deja un comentario

Responsable: Lúa Testa

Fin del tratamiento: Controlar el spam, gestión de comentarios.

Legitimación: Tu consentimiento
Comunicación de los datos: No se comunicarán los datos a terceros salvo por obligación legal.
Derechos: Acceso, rectificación, portabilidad, olvido.
Contacto: hola@saboreayoga.es
Información adicional: Más información en nuestra política de privacidad.